Artículo de opinión
Concentración de riqueza / Roberto Newell / Reforma
De vez en cuando aparece un libro cuyos contenidos llegan en el momento más oportuno para apuntalar o agitar un debate político. Eso ha sucedido con el libro del economista francés Thomas Piketty, intitulado "Capital in the 21st Century".
Su libro está causando sensación: The Economist dedicó un artículo largo a una reseña del libro y ha publicado varios ensayos breves adicionales. En uno de ellos proclama al francés el Karl Marx del siglo 21. Varias otras revistas y periódicos han dedicado columnas a la obra del autor. Paul Krugman escribió un ensayo largo en el New York Review of Books del 8 de mayo en el cual habla muy positivamente sobre la obra de Piketty. El Nobel concluye diciendo "Piketty ha transformado el discurso económico; nunca volveremos a hablar sobre la riqueza y la inequidad como acostumbrábamos". Y como esta nota hay muchas más, tanto en revistas profesionales como en publicaciones periódicas.
El libro ha tenido mucho mayor impacto y difusión de lo que es normal en el mundo académico. Actualmente, ocupa el primer lugar en la lista de best sellers del New York Times, a pesar de la naturaleza técnica de su contenido y de que la versión impresa cuesta más de 50 dólares y la digital 23. Con una difusión tan amplia como la que está teniendo, es probable que se cumpla el pronóstico de Krugman de que la obra de Piketty transformará el discurso económico.
El libro de Piketty también está causando polémica. Analistas económicos de la talla de Kevin Hassett (director de Investigación Económica del American Enterprise Institute) y varios más critican diversos aspectos de la obra del francés. Las críticas tocan todo tipo de temas, que van desde lo trascendente hasta lo relativamente banal. Por ejemplo, preocupa a varios (me incluyo) la definición de riqueza que utiliza el economista francés para cuantificar y analizar su evolución. La definición es activos productivos menos pasivos. Tal definición es diferente de la que utiliza el autor francés, quien usa activos totales para medir esa variable. En la opinión de varios economistas la estructura de financiamiento es clave a la hora de evaluar la concentración de riqueza y debe ser tomada en consideración. Estoy seguro de que esta cuestión y varias más provocarán intensos debates entre economistas de diversas orientaciones. Pero más allá de los temas técnicos, la crítica más común es a la principal recomendación de política pública que hace el economista: propone globalmente establecer un impuesto a los activos de las personas (o sea, un impuesto a la riqueza). Esta recomendación es rechazada por casi todo mundo por ser políticamente inviable e ingenua y potencialmente perversa en sus efectos.
Artículo de fondo
Simeone - Mourinho: El azar y la necesidad / Antolin Velazco / Sócrates News
Tras la victoria del Atlético de Madrid en la final de la Copa del Rey han vuelto a correr ríos de tinta a propósito de dicha final y de sus protagonistas.
No es casualidad. Siempre hemos comentado que el deporte es un espejo de la sociedad y en lo que se refiere al rey de los deportes, el futbol, una magnífica ocasión para hablar de las relaciones y diferencias con las empresas.
¿Qué es lo que pasó en el terreno de fútbol?
Lo que vimos todos fue un encuentro bastante igualado y muy competido, una auténtica final, en la que los dos salen a darlo todo y en la que uno de ellos supo estar más acertado. Los madridistas siempre pueden decir que tuvieron más ocasiones, que dominaron más el partido, pero una vez más se cumplió la ley del fútbol, el que perdona pierde y en este caso el Real Madrid perdonó, o no tuvo suerte o tuvo más acierto el Athlético, da lo mismo.
El Athlético llegó 4 o 5 veces a la puerta de Diego López y convirtió dos. El Real Madrid llegó en multitud de ocasiones y solo metió un gol, así que la final fue para el Athlético, que la persiguió con más ahínco y supo estar más acertado que su rival.
Además de juego, emoción lo que hubo en el terreno de juego fue mucha pasión y luchas enconadas por cada pelota dividida. Los dos equipos fueron fiel reflejo de sus entrenadores. El Athletico, del Cholo Simeone, luchador, entusiasta, capaz de inculcar en sus equipos la lucha por la victoria. El Real Madrid, de Mourinho, también peleón, más individualista, menos equipo que su rival, pendiente a veces más del árbitro que del juego.
Por supuesto el azar también influye y mucho, pero lo que vimos en el partido fue como la Historia de una muerte anunciada, los astros estaban con el Atlético, ese era su día, paradas inverosímiles de Courtois, tres postes, ocasiones clarísimas desaprovechadas, se diría que todo alrededor del Real Madrid presagiaba su derrota. Ese no era el día del Madrid.
El Real Madrid ha sido devorado por sus propios fantasmas, los que alentó Mouriño en estos años de reinado absoluto, en los que alimentó la polémica como seña de identidad, en un club que predica señorío. No hay señorío alguno cuando se mete el dedo en el ojo al entrenador del equipo rival, ni cuando se denosta al mejor portero del mundo o se utiliza al portero suplente para alimentar una polémica que trasciende desde el ámbito deportivo al de la sociedad.
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